Recaída total: El vicio me pudo.

Hacía tiempo que no tocaba esas malditas figuras de plástico. Pero la semana pasada, David ese hombre que me abastece de cómics un día sí y al otro también, por algo es un Dependientus Comiquerus, alimentó de nuevo mi vicio.

Los guerreros nunca rechazamos un reto por muy difícil que sea. No podía hacerle un feo a un contrincante de rechazar la propuesta de un duelo de superhéroes, un duelo de figuritas de plástico y dados, ¡un duelo por todo lo alto!

Y así llegó el jueves, con la idea en mi cabeza de volver a usar a ese Batman tan maloso y efectivo que en no pocas ocasiones le había causado quebraderos de cabeza hasta al Señor Sánchez. Ese Batman que una vez miró cara a cara a Superman, le quitó su imperturbable en defensa y le metió un palo que todavía le duele cuando se agacha, el cual le impulsó hacia atrás e hizo que se golpeara contra una pared.

Cargado con mis mapas, mis dados, mis contadores y toda la parafernalia me presenté con tiempo de sobra para mirar a los ojos a mi rival y avisarle: "A lo mejor te dejo ganar porque puede que me des pena". Pero la furia del guerrero me pudo cuando vi que el individuo contra el que me enfrentaba no era una persona normal, era un aprovechado que sólo le pegaba a los perros y a las viejas, y que buscaba desesperadamente la ayuda inestimable de una prostituta, ¡una mujer de la calle!

Pobre insensato. Yo que, ante todo, soy un justiciero, y no me faltó más que subirme encima de la mesa, le lancé unos cuantos rayacos desde las 10 casillas reglamentarias, le metí un batpuñetazo a Pantera Negra que no hay médico en Wakanda que le sepa volver a colocar las costillas y amenacé con quitarle algo más que la vergüenza a la niña voladora que estaba complicando la actuación de los miembros de mi equipo.

Tuve que ganar, y volver a reflejar la mayor verdad del Universo: "Si perdonas, llevas todas las de perder"... y David perdonó demasiado hasta para ser vísperas de Semana Santa.