Vacaciones (al menos para mí) que me llegaban a mediados del mes de julio. Escofil y Sánchez llevaban ya más de un mes descansando cuando yo me permitía mi primera mañana sin madrugar. Todos los blogs empezaban a planear su parón particular, que se haría efectivo para el mes de agosto... En fin, que nosotros nos quedamos de guardia.
Fue a finales del mes de junio cuando salía a la venta el volumen 34 de la edición definitiva (kanzeban, que la llamaron en Japón) de Dragon Ball. Ésa fue la mía. La que yo me compré. No podía ir por la calle con la cabeza alta y afirmando que era un verdadero fan de Son Goku y compañía y no tener en mi casa la colección en manga como todo buen hijo de vecino que se precie. ¡Pues ya la había acabado! La verdad es que no se me hizo tan larga como me esperaba... Y me tocaba preguntarme qué manga sería el nuevo que me compraría y coleccionaría. ¿Cuál excogí al final? Pues 20th Century Boys, pero la tengo un poco aparcada porque al Señor Agostini no le da la gana de mandar unos cuantos primeros números a Ciudad Real. Se le ve el plumero.
Mientras yo estaba ahí dubitativo, andaba Escofil soñando con la posibilidad de que se volviera a celebrar en septiembre un Brujas Festival como el del año 2006 en el que vinieron a Daimiel Gatillazo, Tierra Santa y Saratoga (con la magnífica actuación de Immune, todo sea dicho de paso). Desgraciadamente, al final llegó septiembre y sólo pudimos contar con la presencia del excelso Fito, el tipo más duro de... bueno, Fito, ya lo conocéis, para qué os voy a contar.
El momento más triste del año siempre suele llegar a finales de mayo y primeros de junio. Efectivamente, sin Carrusel Deportivo los domingos son extraños, nos falta algo, miramos la radio con recelo esperando que de ahí resuene la voz de Pepe Domingo saludando: "¡Hola, hola!" Para paliar el mono, en la página de la Cadena SER nos colgaron lo mejor de la temporada y yo lo inmortalicé en el blog. Como también quedó para la posteridad la segunda revista del foro PAMMHG! en la que me congratulé al comprobar que habían incluido dos de mis reseñas, cosa que agradecí como creía que debía hacerlo...
En un mes de pocas novedades, pocas noticias y mucho ocio, me sorprendí al leer cierta frase de la niña Layla Miller, creación de Bendis, en los cómics de X-Factor. Escaneo al canto, tras el cual vendrían más, porque no pensaba que mie escáner sacaba las cosas tan chulas. Además, por esa época, nuestro amiguete Víctor el Nintendero me descubrió la existencia de The Gimp, un programa parecido al Phososhop pero de distribución gratuita y de vez en cuando hago mis pinitos colgando -como diría Antoñito Ruiz- cositas en este nuestro blog. Como el montaje que me salió cuando me encontré en la tienda que regalaban el primer tomo de Girls con el quinto de Los Muertos Vivientes (por cierto, menuda sorpresa, grata, claro que sí). Tal era la falta de noticias que le pude dedicar un homenaje a los Justicieros NiMfómanos, el mejor grupo que existió y existirá jamás en la red. Nacidos dentro de la comunidad de literatura que era Cyberdark, y basándonos en las enseñanzas de NiMfómano (la versión más inmadura de Escofil), nos alzamos en la queja contra todo y contra todos, pero sobre todo, contra el mundo. Un saludo a Frenzy si nos lee que fue el que me inculcó el frikismo cuando era prácticamente un niño.
El mes acabó estupendamente. Alberto Contador ganaba el Tour de Francia, cogiendo el testigo de Óscar Pereiro, el gallego que lo ganara el año anterior. Fue un Tour emocionante, con el que volvimos a ilusionarnos al principio, viendo luz al final del túnel del dopaje que envuelve el ciclismo. También hubo tiempo a la decepción con deportistas como Vinokourov y Rasmussen empeñados en cargarse el ciclismo...
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