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Los hechos día a día nos han demostrado que la energía nuclear es uno de los errores tecnológicos, medioambientales, económicos y sociales más graves de nuestro tiempo.
Su peligrosidad (No tendría ni siquiera que mencionaros nombres como Chernobil, Harrisburg, Vándellos-I, Tokaimura..., ni enumerar los numerosos incidentes que se van sucediendo en nuestra geografía y a los que se trata de quitar importancia), sus residuos radiactivos, su impacto radiológico, su fracaso económico y su íntima relación con los usos militares son, entre otros, las razones que me llevan a rechazar este tipo de energía.
La existencia de los residuos radiactivos demuestra claramente el rotundo fracaso de la energía nuclear, como la incapacidad de la industria nuclear que desde sus inicios, ha generado enormes cantidades de peligrosos residuos radiactivos sin saber que hacer con ellos. Es una energía insostenible e ineficaz frente al cambio climático.
En primer lugar, la energía nuclear es peligrosa. La tragedia de Chernobil puso punto final al debate sobre la seguridad de las centrales nucleares. En segundo lugar, la industria atómica no ha sido capaz de encontrar una solución satisfactoria al inmenso problema que supone generar residuos radioactivos cuya vida activa se cuenta en decenas de miles de años. En tercer lugar, la energía nuclear ha perdido la batalla de la competitividad económica en unos mercados energéticos cada vez más liberalizados. Vista la experiencia en EEUU, la prestigiosa revista Forbes calificó a la energía nuclear como “el mayor fiasco en la historia económica norteamericana”. Así mismo, el Banco Mundial y otros bancos multilaterales no financian desde hace tiempo proyectos nucleares, por no ser una opción eficiente en coste y como hemos visto (o deberíais haberlo hecho), hasta el Protocolo de Kioto considera que la energía nuclear no cumple los requisitos necesarios para ejercer un papel significativo en la lucha contra el cambio climático.
España es uno de los doce países más nuclearizados del mundo, tanto por el número de reactores (actualmente nueve en funcionamiento, en siete ubicaciones distintas) como por la potencia instalada).
Si bien en el pasado hubo planes megalómanos para construir en España hasta 39 centrales nucleares, determinados factores de índole política y económica dieron al traste con ellos, aunque no completamente. Así, a pesar de que en 1984 el Gobierno socialista implantó una moratoria nuclear, en España se llegaron finalmente a construir diez reactores.
La central nuclear José Cabrera (Guadalajara), más conocida por Zorita, inaugurada por Franco en 1968, forma, junto con las de Santa María de Garoña (Burgos, 1971) y Vándellos-I (Tarragona, 1972), el grupo de las centrales llamadas de "primera generación".
A esas siguieron las de "segunda generación": Alfaraz I y II (Cáceres, 1981 y 1983, respectivamente), Asco I y II (Tarragona, 1983 y 1985, respectivamente) y Cofrentes (Valencia, 1984). Y, en una "tercera generación", Vándellos-II (Tarragona, 1987) y Trillo (Guadalajara, 1988).
De esas diez actualmente hay 9 en funcionamiento porque la central nuclear de Vándellos-I, tras sufrir un grave accidente en 1989, fue cerrada definitivamente en 1990.
¿Cual es la solución?
La solución eficaz al cambio climático es un modelo energético sostenible cuyo eje fundamental sean las energías limpias (renovables y tecnologías de ahorro y eficiencia). Aplicadas en todos los ámbitos -generación de electricidad, transporte.... Pueden lograr reducir de forma efectiva (incluso en términos económicos) las emisiones de CO2. Las inversiones dirigidas a promover la eficiencia energética son siete veces más efectivas que las dirigidas a la energía nuclear a la hora de evitar emisiones de CO2. Ey, mirar estas fotitos, a los que defienden tanto la energia nuclear fijo que les pone cachondos, ehhh, seguro que a estos 3 niños la energia nuclear no les hará mucha gracia. Pensar lo que os salga de los cojones