Título en España: Fullmetal Alchemist volumen 16
Título en Japón: Fullmetal Alchemist volume 16
Formato: Tomo rústica con sobrecubiertas, blanco y negro, sentido de lectura oriental, 184 páginas
Precio: 7.50€
Editorial: Norma Editorial
Reseña:
Después del anterior tomo en el que la Teniente Hawkeye le relataba a Edward cómo transcurrió la guerra entre Amestris e Ishval, los flashbacks quedan momentáneamente apartados para volver a la realidad del presente y al reencuentro entre los hermanos Elric una vez que ambos han logrado averiguar muchas cosas acerca de la alquimia de Xing y sobre las aspiraciones de Mustang para llegar a la posición de Generalísimo.
Hiromu Arakawa vuelve a poner las fichas sobre el tablero una vez que pone al corriente a los protagonistas y a los lectores de cómo está la situación política de Amestris y las consecuencias que podrían traer las acciones de unos personajes y otros. Esta vez, los homúnculos pierden parte de su protagonismo, pues estamos ante uno de esos tomos en los que, si bien la historia avanza con total normalidad, sí que sirve para que cada uno de los frentes que tiene abiertos la autora tome una línea lógica y paralela con los demás a la espera de que vuelvan a cruzarse los caminos de, por ejemplo, Scar y los hermanos Elric. Pero que nadie se crea que, debido a esto, haya un descenso del nivel, más bien todo lo contrario, pues ahora habrá nuevas motivaciones que empujarán a Edward y Alphonse a viajar al Norte y encontrarse con nuevos personajes que darán más juego a la trama. Ya iba echando de menos que Arakawa no aportara a la historia un mayor número de secundarios del ejército ahora que todos los aliados de Mustang habían sido repartidos por los diferentes cuarteles a lo largo y ancho del país.
Lo que no abunda en este tomo es la acción, la dosis que recibimos en el tomo anterior nos debería valer para ésta, aunque sí que se echa mano de un personaje que fuera presentado en dicho tomo y que ahora podremos ver cuál es su situación actual: Kimbley, el Alquimista Carmesí. De hecho, las pocas páginas que Arakawa reserva para un combate están dedicadas a él y a cierto ishvalí marcado con una cicatriz. El que la trama parezca cada vez más y más compleja es una constante que se viene repitiendo desde que el manga despegó definitivamente el vuelo en cuanto a calidad (allá por el segundo o tercer tomo), pero es que ahora pinta mucho más compleja, pero el esfuerzo por la autora para que conozcamos lo mejor posible a cada uno de los personajes que se dan cita por este mundo hace que no haya ni una pizca de confusión en cuanto a los sucesos que leemos.
En definitiva, un nuevo número en el que se recupera el ritmo de la serie después del extenso flashback del volumen anterior. Un tanto escaso de acción pero que se compensa con el descacharrante humor de la autora y las excepcional calidad de uno de los mejores mangas del mercado.
9,5/10
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