11 de marzo de 2008

Reseña: New Excalibur #3

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Título en España: New Excalibur #3: Los últimos días de Camelot
Título en EEUU: New Excalibur vol. 2 nº 10 & New Excalibur vol. 2 nº11 & New Excalibur vol. 2 nº 12 & New Excalibur nº 13 & New Excalibur nº 14 & New Excalibur nº 15 & New Excalibur nº 16 & New Excalibur nº 17
Formato: Tomo tapa rústica, color, 192 páginas
Precio: 12.00 €
Editorial: Panini Comics

Reseña:

El tercer tomo de la colección regular del grupo de mutantes que se encargara de relanzar Chris Claremont destaca, principalmente por el gran número de páginas que lo compnen. Nada más y nada menos que 8 números USA están recopilados en un solo volumen que da cabida a tres historias diferentes en las cuales podemos observar un desfile de nombres de artistas del cómic bastante importante.

Ya en el segundo tomo destacaba la ausencia del Patriarca Mutante por sus problemas de salud. Estos le mantuvieron alejado de los guiones largos meses, lo que no le impidió dejar una línea clara por la que ir desarrollando la historia que el escritor británico pretendía. De esta forma, en el número anterior teníamos a Chris Yost y a Frank Tieri cubriendo el vacío del guionista "titular". En esta ocasión es Tieri el que se encarga de guionizar de forma individual seis de los ocho números que aquí tenemos recopilados. Dos historias distintas con dos dibujantes diferentes y en ambas un denominador común: la clara intención de asentar el grupo y las relaciones entre los componentes de la mejor forma posible, sacando a la luz las tiranteces existentes entre unos y otros y sirviéndose de ellas para darle una identidad a un grupo que carecía de ésta a pesar de contar con nombres tan importantes dentro del subuniverso mutante como Juggernaut o el Capitán Bretaña.

La primera de estas historias cuenta con un invitado muy especial que recibirá la oferta, en las primeras páginas, de unirse al grupo inglés: El Caballero Negro. No obstante, es él el personaje principal que hace arrancar la historia y ejerce como secundario de lujo en todos los comics a cargo de Frank Tieri. Aunque más que él, su propia espada, el arma que ha marcado el legado que deben seguir todos los caballeros negros desde la épica del Rey Arturo. Y es precisamente a ese tiempo al cual viajarán cuando el Caballero Negro original viaja al presente para pedir ayuda a Excalibur (el equipo de superhéroes). Personalmente, y después de leer los tres números que abarca este primer relato del tomo, es lo mejor que hemos visto publicado en nuestro país en la actualidad en cuanto a esta encarnación y la inmediatamente anterior (también a cargo del propio Claremont narrando las aventuras de un grupo de mutantes en una Genosha recién destruida). Los viajes en el tiempo en los que la magia cobra tanta importancia como en este caso (luchan contra dragones, aparece el mago Merlín y la corte del Rey Arturo) fueron, antaño, una característica que definía y diferenciaba a este grupo mutante del resto de colecciones Marvel de la época.

En los lápices de estos primerso tres números está Michael Ryan, un habitual en esta cabecera y en otra serie "de segunda fila" como es New X-Men. Sus estética no resulta desconocida en absoluto, tiene una buena habilidad para la narración de combates a gran escala y es capaz de casar de muy buena manera dos géneros que son difíciles de combinar para muchos artistas, como la fantasía y la ciencia ficción de superhéroes. Uno de mis dibujantes favoritos dentro de la baraja de artistas que hemos tenido estos años en los mutantes marvelitas.

A la vuelta de su viaje al pasado medieval, las rencillas existentes entre algunos miembros del grupo, ocasionadas por diversas razones como la discusión sobre quién es el verdadero líder del equipo, la necesidad de Dazzler de fama... Pero lo que realmente es el detonante para el cambio completo en la forma de comportarse del grupo es la crisis de poder de Juggernaut que viajará a Corea del Sur al templo donde obtuvo sus poderes para poder hacerse para volver a ser tan "imparable" como lo fuera antes de pasarse al bando de los buenos. Tieri vuelve a echar mano de ligeramente alejados de la órbita mutante: el Caballero Negro seguirá acompañando a Excalibur mientras se decide a formar parte o no del equipo de forma definitiva; y la Brigada de Demolición como villanos invitados. En mi opinión, una historia que se veía venir que tarde o temprano tendrían que afrontar en esta colección. Era inevitable que fuese ahora, precisamente porque en el cuarto tomo tendrá lugar un evento importante (según se puede leer en los textos introductorios de este tercero) y había que asentar bien el grupo. El final me ha dejado muy decepcionado, sobre todo porque se podría haber tratado mucho mejor sin dar tanto rodeo buscando enfrentamientos forzados o contrastar tanto las actuaciones de los personajes (con una justificación cogido con pinzas, la verdad).

El segundo dibujante del tomo baja el listón de forma asombrosa. Esta vez también coincide con ser un hombre conocido por el lector de mutantes: Jim Calafiore, que ya ha firmado un número importante de números en la colección de la cual pasó a hacerse cargo Claremont hace unos meses en Estados Unidos y que aquí lleva un gran retraso con la edición original, Los Exiliados. Su estilo es poco detallado, poco cuidado y desproporcionado. El colorista que colabora con él no le echa tampoco una mano para mejorar su dibujo, un tanto plano también para mi gusto. Exagerar las expresiones nunca ha sido una fórmula que me haya convencido mucho.

Es en los dos últimos números USA cuando se produce el regreso de Claremont a las funciones de escritor principal de la colección. Antes de dar comienzo al evento que ya he comentado más arriba, Claremont se toma dos meses de libertad creativa y hace uso de Nocturna (un personaje que, parece ser, ha pasado a convertirse en parte de sus predilectas como ya lo hicieran Sabia o Mariposa Mental) para expresar diversas sensaciones que él tuvo cuando estuvo ingresado en el hospital. Un cómic emotivo realmente, pero que está completamente fuera de lugar en la colección. Rompe completamente con el habitual tono de desenfado y heroico. Me parece muy bien que Claremont considere ésta su colección y que crea que puede hacer lo que le venga en gana con ella, pero colarnos así este tipo de relatos me parece que enrarece la serie inapropiadamente.

El último dibujante que se da cita en este gran tomo es Scot Eaton. De éste pocas referencias tengo, pero me ha gustado bastante. Cierto es que el guión no da oportunidad a lucirse en absoluto salvo en las viñetas en las que Sabia y Nocturna se dedican a experimentar pero poco más. Aún así, firma dos buenos números que vuelven a mejorar el aspecto visual de la serie después del paso de Calafiore.

En definitiva, estoy muy contento con el formato y la edición del cómic. Muchos números USA a un muy buen precio si comparamos con otros tomos de ésta u otras editoriales rivales y con la edición en grapa de 24 páginas e incluso 48. Sin embargo, debemos saber que son trs relatos que no sirven más que de preludio a lo que vendrá a continuación y eso se nota en la rotación de equipos artísticos presentes. Aún así, una buena lectura.

6.5/10

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