2 de diciembre de 2007

Santa Tecla 2007 (volumen 1)

Interrumpimos nuestra programación habitual para dar paso a la esperada crónica de Santa Tecla 2007, la festividad de la patrona de los informáticos, esos hombrecillos extraños (y señoritas) que gozan de gordos traseros, largas melenas, amplios conocimientos sobre el mundo del cómic y videojuegos, oscuras prendas y una fascinante habilidad para mantenerse sentados delante de un ordenador de forma continuada a lo largo de varias horas al día.

El año pasado, el primero de la celebración, tuvimos como invitados ilustres a Escofil, José Ángel (el inventor de la diplomacia) y a la yilfriend de Escofil (Escofila, que no Escocida). Este año no pudimos contar con ellos, desgraciadamente, La Parte Seria de Cabronos Extraños tenía que terminar de colorear las fichas que tenía de deberes y se las tenían que firmar sus padres, de modo que no pudo asistir. De igual forma, Sánchez fue incapaz de cubrir a pie los escasos 100 metros que distan desde el Edificio Politécnico a la E.S.I., demostrando su dejadez a la hora de negarse a subir las escaleras que dan acceso a la D.A.I.

La juerga comenzaría una hora más tarde de lo que lo hiciera en 2006. El motivo estaba claro: José Butragueño se había quedado encerrado dentro de la clase de cierta profesora de matemáticas y no dio signos de vida hasta pasados los rigurosos 60 minutos de castigo corporal y sexual a los que fue sometido. A partir de su liberación, fuimos agraciados con la entrega de los uniformes oficiales de Santa Tecla 2007, los cuales consistían en sendas camisetas de tallas inapropiadas mostrando el pantallazo azul de Güindous lanzando una excepción por cada uno de los gambiteros que acudirían a la fiesta. Cabe resaltar la adhesión de las siglas "PFP" al diminutivo de la Subdelegada y máximo exponente de la corrupción a lo largo del curso 2006/07. Cada uno que piense lo que quiera...

El Buitre y sus cuentas exageradas

Pronto, el niño extraño que se conoce más idiomas que los aparatos traductores de Star Trek, también conocido como Delegator, demostraría sus dotes de mando a la hora de dirigir a toda la muchachada hacia la primera parada: el Mercadona. Dicho lugar sagrado es fuente de carros de la compra (los cuales nos encargamos de robar de forma impune año tras año), alcohol a cascoporro y bolsas de patatas fritas y diversas guarrerías para paliar el hambre. Como no podía ser menos, los más despitados de todo el grupo, el Güizar (un Nintendero de pro) y un servidor, tuvimos que quedarnos en la calle, pasando frío y uniformados con nuestras camisetas azules, para cuidar del resto de camisetas así como de las parrillas que el Presi (el que nunca paga nada) se las agenciara de una tienda indeterminada. A lo largo de nuestra guardia, recibimos la visita de O Rei Serginho, acompañado de uno de sus secuaces, Miguel Ángel (pero no el pintor). Venido desde las playas de Brasil, nuestro intrépido amigo no dudó en enfundarse el uniforme y participar en el interesante debate que, en un futuro a medio plazo, decidirá nuestras vidas: Quiénes nos gustan más, las rubias o las morenas. De más está decir que las morenas ganaron con un amplio margen de votos.

Como no podía ser menos, no faltó el recuerdo a la serie Futurama, siempre presente en cualquier reunión de hombrecillos extraños.

A continuación, tuvimos que avanzar hasta el Fiat-en-perfecto-estado, para recoger el saco de leña que había portado desde tierras daimieleñas para que Delegator, pudiera cocinarnos una buena comida y calmara nuestros ruidosos estómagos. Bajo mi condición de abstemio total permanecí impasible mientras mis compañeros, borrachos de nacimiento y alcohólicos por vocación asaltaban los dos carros del Marcadona que, de forma inexplicable, nos habían seguido hasta el caminejo en el cual plantaríamos nuestro primer campamento. Cuentan las malas lenguas que se compró más comida de la que se consumió, yo me sacié, pero hubo gente que no, esto es debido a que los hombrecillos más tontos e ineptos de su barrio hiceron acto de presencia para recordarnos que nos fuéramos a templarnos como serenos a otro sitio. Nosotros, en un acto de docilidad sin precedentes, no los tiramos en mitad de la vía del tren para acabar con sus vidas; ni tampoco los atacamos, pues los superábamos en número; ni siquiera raptamos a ninguno de ellos (o una de sus motos) y lo metimos dentro de cualquier contenedor de basura cercano. Decidimos coger nuestros bártulos y pertenencias y marcharnos sin más. En ese preciso instante, cogí el Fiat-en-perfecto-estado y lo aparqué en un lugar cuya función principal no fuera posavasos y armario ropero.

Hasta aquí el primer volumen, de tres, que relatan nuestras aventuras y desventuras en Santa Tecla 2007. Esta crónica podría contener información imposible de contrastar o vacíos temporales obviados de forma intencionada por el autor. Así pues, no se puede garantizar que el hilo argumental siga una lógica, pues de todos es bien sabido que nunca hay que agacharse más de lo que el cuerpo te lo pida.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

http://es.youtube.com/watch?v=09Nduw6UZjk

Anónimo dijo...

Mental Bisection los hijos del metal!!

Miguel Negrillo dijo...

¡Qué grande es la familia del metal!

(y más aún si nos perdonan la deuda que tenemos por el podcast)

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