5 de diciembre de 2007

Santa Tecla 2007 (volumen 2)

Continuamos con nuestra semana especial dediaca a la crónica de Santa Tecla 2007. En el volumen anterior nos quedamos en el traslado a otra zona de los peazos, mucho mejor acondicionada, básicamente porque era una esplanada de aparcamientos y estaba asfaltada.

A partir de que aparcara el coche, me acompañó una de las estrellas del rock y del heavy metal actual: Paco Hendrix, bajista de AtaräXia y MACadicto. El pobre te da una de cal y otra de arena. Está convencido de que MAC es bueno y Steve Jobs es algo parecido a un genio. Todo el mundo sabe que el mayor genio de la historia de la tecnología es Reed Richards Chuck Norris, y que sin él no existirían ni los ordenadores, ni la carrera, ni la festividad de Santa Tecla y por ende, esta extensa crónica para fomentar la lectura en los niños analfabetos que entran en Internet y buscan 'sexo extraño' en Google y salimos nosotros. ¡Ahí está!

Durante el rato que estuvimos, llegó un señor al cual todos conoceréis porque conduce un coche horroroso y naranja pero que se pasará a ser, a corto plazo, una estrella mediática del fútbol 7: Ramírez, el Último Mohicano. Nos puso unas musiquibris pero pronto se cansó de entrar y salir de un coche que vibra lo suyo (por lo que da mucho gustico eso de apoyarse en él), y nos apagó la música. Como no podía ser menos, disfrutamos de la compañía de O Rei Serginho, el mago del balón; de PaNtera Morales, el saiyano; Pedro el Guapísimo y Alberto Jezú, el sobrino del Doctor No. De forma constante, el Delegator ofrecía muestras de su infinita sabiduría e ingenio explicando las razones de las excepciones de cada uno en la curiosa camiseta que todos portábamos con orgullo y satisfacción. También llegó -en tren- la Victoriosa, es decir, la yilfrien del Nintendero, la cual se quedó un ratico con nosotros pero nos volvió a demostrar que tiran más dos tetas que dos carretas y se llevó al Güizar para plantarle un traje y que éste pareciera o pareciese Barney.

"¡Ponte traje!"

A medida que anochecía, los hombrecillos no hacían más que obligarme a dar diversos viajes al coche para sacar sus pertenencias. Al final, nadie se olvidó nada, así que no pude montar un puesto en el Martes esta semana, porque me iba a forrar vendiendo abrigos y sudaderas ahora que se acerca la Navidad y los duendecillos de la ONCE de Papá Noel buscan desesperadamente ropa para regalarle a los niños. De forma testimonial, apareció ¡Sánchez! que se le ocurrió que podía pasar por debajo del puente, darse un paseo por la parte más oscura y venirse junto al puente, que es donde yo estaba, para que lo acercar al pueblo a la vez que me iba a duchar y cambiarme de ropa. Pero más raro que apareciera o apareciese Sánchez fue que también lo hizo... ¡PERFECTO! Ya sabéis, aquel portero al que se la metió un gordo y no él ni se inmutó. Iba completamente borracho, por lo que Pedro Gash lo ató a una correílla para que no se perdiera entre la multitud.

El viaje de vuelta a Daimiel y el de regreso bien, sin mucho más que señalar más que el cambio de medio de transporte pues el maldito piloto colorao se me volvió a encender justo delante de las narices y tuve que cambiar el Fiat-en-perfecto-estado por el Seat-tamaño-XL. En la radio sonaba SER Deportivos con Jesús Gallego para no perderme las noticias futboleras del día (no vaya a quedarme sin tema de conversación con Mijatovic cabreado porque no le cambiaban el partido del sábado al domingo).

Mi indumentaria

A mi llegada pude comprobar que mis compañeros tienen en alta estima la fiesta de Santa Tecla. Las chicas se pusieron sus trajes más elegantes y algunos chicos se plantaron las corbatas incluso. ¡Ni que fuera o fuese una boda o un entierro! Yo di ejemplo portando una camiseta negra de Fullmetal Alchemist y mis vaqueros más nuevecicos. El Güizar, como ya he comentado, se disfrazó de Barney; el Delegator se nos disfrazó de una cosa extraña con una corbata de un color totalmente inapropiado; el Morenito Robertico se nos presentó con un chaquetón que se parecía a mi abuelo; el Capitán Emiliaco una camisa que fue nominada a la más fea de la noche (y ganó); y el Putoamo iba de Putoamo. ¡Como debe ser!

La cena fue en el mismo lugar que el año pasado y os puedo asegurar una cosa: jamás podré poner cara de "nunca he roto un plato". Aplaudimos mucho y gritamos mucho. La comida no fue gran cosa, pero yo me lo comí todo, porque, en palabras del Capi: "Soy de buen comer".

La parte interesante de la cena y el resumencejo de los momentos posteriores... ¡en el volumen 3!

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