8 de diciembre de 2007

Santa Tecla 2007 (volumen 3)

Llegamos al final de la crónica de Santa Tecla 2007. Como soy el único cabrono que asistió, este año no habrá Secret Files, así que deberíais creeros a pies juntillas todo lo que cuento porque es la verdad, toda la verdad y lo más cercano a la verdad que se puede contar.

Como dije en el segundo volumen, ahora toca hablar sobre la cena y todo lo posterior. La verdad es que la cena es lo más normalejo de una celebración de hombrecillos (y señoritas) extrañas. El menú era más barato de lo que nos pusieron, pero había que compensar el lío que montamos y pagar los pendrives y todas esas tontás que sortean. Son unas bacalás porque, como siempre, el sorteo está completamente amañado y ni a O Rei Serginho ni a mí (ambos expentantes a que saliera cualquiera de nuestros números) nos tocó nada. O nos tocó lo mismo de siempre: un mojón. De hecho, sólo consideramos justos dos sorteos. Sergio PaNtera Morales, el saiyano, amenazó con destruir la Escuela Superior de Informática sin ningún profesor dentro a no ser que los de la delegación le regalaran o regalasen un pincho para guardar los datos estratégicos con las coordenadas exactas de los planetas que tenía que destruir a lo largo de todo el año 2008. Por supuesto, recibió lo que pedía, porque todos deseamos que destruya la Escuela con toda la gente posible dentro. Ya sabéis, un festival de muerte es algo que tiene una belleza oculta que sólo nosotros podríamos apreciar en su máximo esplendor. Por su parte, Don Jorge, el clon de Pepe, cuyo valor en el mercado son 29.999.999,95 € fue premiado con la correa más mariquita que encontraron tras una inspección en todos los cubos de basura del Torreón. Todo sea por resaltar su lado más femenino.

Jorge celebrando que le ha tocado una correa.

A la salida, y después de destruir el carnet de conducir de Pepe Jorge (pues debía sacarse un permiso especial para conducir con esa correa puesta), decidimos que era ideal disfrutar del frío de la noche de noviembre. Tras esperar interminables minutos a que Alberto Jezú, ese tío tan grande, apareciera provisto del bebercio (cosa que yo no probé, porque yo soy un tipo honesto y legal y no permito que sutancias nocivas como el alcohol entren en contacto con mi sangre) y hacer una parada obligada para comprar unos hielecejos (con sorpresa reservada que me tenía preparada el Delegator, con el que estaré sin meterme el resto del post), llegamos una hora más tarde al emblemático lugar donde se celebran los botellones: el parking del INEM, lugar en el que más tarde o más temprano iremos a reclamar por un trabajo digno cuando nos demos cuenta que estudiar no es lo nuestro y que ya somos mayorcicos como para aprender a usar una sierra, un taladro, una fregona o lo que se tercie.

He de reconocer que todo aquel que no reconozca que esa parte de la fiesta fue una pasada, o estaba borracho y no se acuerda, o en mayo no salió a mojarse un poquito pues fue durante esas horas donde pudimos comprobar los peculiares hombrecillos que nos hemos juntado en poco más de un añico.

Hay que señalar que, si Güizar el Nintendero era Barney, irremediablemente, Alberto Jezú era Marshall. Por tanto, no tardamos en planear jugar a ese gran juego que es "¿Conoces a Ted?" Sin embargo, mi falta de seriedad, así como la ausencia de objetivos aptos para el nivel que suponía jugar a la variante "¿Conoces a Serginho?", nos fue incapaces de poner en práctica tal propósito. También, disfrutamos de la compañía de un ilustre como es Paco Baresi, jugador estrella y futuro Balón de Oro de los Chicharritos.info, el cual prometió algún gol para la segunda temporada del equipo. No hizo más que demostrar lo propenso que es para los accidentes, algo habitual en la "gente guapa" (como diría Oli el de la Ser), yo sólo os puedo decir las palabras más relacionads como de un tabú se tratara o tratase: 'carnicería', 'ventana' y 'cuello'. Ojito a su alto conocimiento acerca de la "seriedad" del panorama que nos rodeaba. No podemos olvidar que se nos acercara a saludar otra de las estrellas del equipo, el amigo de los gordos, Perfecto, al cual vimos en un día más veces que el resto del año (con diferencia).

Quizá uno de los momentos más entrañables de la noche fue la conversación entre el Sabio de Valdepeñas, PaNtera Morales y yo. Nosotros tres, hombres cultos, ilustrados en toda materia habida y por haber, sabedores de que nuestros conocimientos son vastos e indispensables para el progreso de la humanidad, entablamos una conversación sobre Pokémon, el videojuego. Es uno de los juegos peor tratados por todo el mundo, tachado de infantil y cruel cuando en realidad es un derroche de ingenio y estrategia. Un RPG intrincado y repleto de secretos, con multitud de variantes. Yo anuncié que fui capaz de hacerme con los 386 en la edición de Game Boy Advance y pongo a CHUCK! Norris por testigo que, si algún día tengo la versión de la Nintendo DS, me haré con los 493 actuales. Como no podía ser menos, O Rei Serginho huyó en dos ocasiones: en la entonación del himno extraño, el opening en castellano de Bola de Dragón (con colaboración especial de Paco Baresi) y con el inicio de la conversación sobre Pokémon. En este segundo tema hubo un cuarto miembro que fue el ya nombrado defensa estrella el cual dejó constancia que su infancia también estuvo marcada por tan entrañables bichejos.

El Team Rocket
"¡Para proteger al mundo de la devastación...!"

La última pequeña reunión contó con la colaboración especial de Prietorl. Otro hombrecillo del mismo pueblo de adopción de O Rei. Nos demostró que era un tipo ilegal. Un tipo que, sin duda, llegará a cumplir los trienta tras las rejas, algo que siempre es intereante, porque es cierto que Escofil y su hermano se han escapado ya 20 veces de la cárcel, pero hay que tener contactos hasta en el infierno, por si alguna vez los dos hermanos dejan de caer detenidos.

Tras una comparación sobre quién tenía el juego más pestilente en su móvil, el sufrir la invasión de un ser extraño que estaba templado como un sereno y llevaba una melopea que no podía con ella de lo grande que era, decidimos abandonar el lugar con rumbo a la tienda donde me suministran los triángulos de chocolate propios de cualquier jueves por la noche, así como a asegurarnos de que la Señorita PFP no le robara a nadie (como todo el mundo sabe, es una corrupta), acompañándola hasta las mismas escaleras donde tiene su guarida. Nos montamos en el XL-móvil, pusimos un CD con las chirigotas de Cádiz (los Juanco Jones) y acerqué a cada uno a su cubil. Una vez que nos equivocáramos de camino una sola vez de camino, me volví a San Daimiel esperando que llegara el año que viene...

FIN (por este año)

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