Recuerdo la época en la que mi Game Boy Color dejó de estar vigente porque la Game Boy Advance salía al mercado con uno gráficos veinte veces mejores que mi obsoleta videoconsola de bolsillo y con unos juegos mucho más entretenidos. Tuve que esperar un par de años a que los emuladores pudieran o pudiesen funcionar correctamente en el ordenador haciendo posible que jugases a cualquier videojuego. Uno de los primeros que probé fue el Advance Wars, un juego de guerras y estrategia por turnos.
El Advance Wars tiene todos los componentes indispensables en cualquier juego de estrategia, muchas unidades, complejos escenarios, la maldita "niebla de batalla", lugares donde crear más unidades cuando te mataban las que ya tenías en juego... y hasta la recolección de recursos. Esto último era muy sencillo en el Advance Wars, y si lo pensamos, es lo más lógico que podáis imaginar. Veréis, si emprezáis a imaginar que sois un alto mando de un ejército el cual está atacando otro país (y te has puesto de acuerdo con el general del ejército contrario para que ellos vayan de un vistoso color rojo o morado y tú te hayas puesto tu uniforme azul o amarillo), ¿de dónde sacas la pasta para hacer aviones o tanques en tus fábricas?, ¿y la comida de las tropas?, ¿y el combustible? Pues está claro, ocupando ciudades con tus unidades de artillería.
No quedan muchas capturas por Internet del juego. Pero así eran las batallas cuando te metías a dispararle al contrario.
Advance Wars es un juego de guerra disfrazado con unos gráficos tipo manga que tanto les gustan a los japoneses (casi tanto como el sushi o el kárate) y con una representación de los combates nada violenta. Los de infantería salían, literalmente, volando cuando caían derrotados en el campo de batalla; y los tanques y demás vehículos (igual que los aviones), explotaban sin más. Y no pasaba nada, a pesar de que se viera claramente al conductor dentro del camión, pero eso explotaba y no dejaba ningún miembro tirado por mitad del campo. Eso es ecología, hombrecillos extraños, y lo demás son tonterías.
El modo campaña era un poco idiota, un ejército se plantea conquistar el mundo de los colorines y lanza ataques indiscriminados. Tú controlarás a una serie de tipos (y tipas) con una capacidad de liderazgo inaudita que tienen ciertos "superpoderes" que les permiten, por ejemplo, hacer que nieve, que se reparen las unidades o sacar más cuartos (también llamados castañas pilongas, dinero o beneficios) de las ciudades que tengas ocupadas en ese momento, así como una rebaja en las fábricas, y tendrás que irlos venciendo en cada uno de los escenarios. La inteligencia artificial de esta primera versión de Game Boy Advance no era gran cosa, mejoró levemente en la segunda parte, pero en las de Nintendo DS los enemigos son más listos que los ratones coloraos. Aún así, siguen siendo juegos la mar de divertidos.
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