Ya sabéis que en este blog somos fans incondicionales de las aventuras gráficas. De las de Lucas Arts de las que más, por supuesto. No era plan de dejar fuera uno de los más míticos videojuegos que han salido en toda la historia: Grim Fandango.
El juego en cuestión estaba protagonizado por Manny Calavera. "Manny" es la forma chula que el americano-yanki de turno, que se almuerza tres perritos calientes comprados en mitad de la calle y se desayuna sus buenas tortita, usa para denominar a los Manolos de toda la vida. Se conoce que les daba vergüenza sacar un juego cuyo protagonista era un esqueleto llamado Manolo Calavera y le pusieron un nombre mucho más chanante. Es curioso cómo no hicieron lo mismo con la simpática Mercedes Colomar, a la cual el protagonista gusta llamar Merche, por eso de mantener un poco la tónica de los nombres. Por supuesto, hay flechazo entre ambos y, aunque hace años que me pasé el juego, no dejo de preguntarme cómo "consumarían" su amor dos esqueletos.
Grim Fandango tiene todo lo que necesita un gran videojuego para pasar a los anales de la historia: tabaco, un aire a película antigua que tiraba para trás, la mejor banda sonora de la época, traducción y doblaje sublimes, un guión logrado y denso donde los haya... y protagonistas con carisma. Quién va a olvidar al genial Glottis en mitad del bosque flipándolo como un niño de 6 años la primera vez que sus padres lo dejan al volante del coche familiar. Pues eso no lo puede olvidar nadie. Y las penurias que pasas hasta que te completas el juego tampoco. Pues no le eché yo horas atascado intentando averiguar la posición en la que me tenía que poner para darle con el extintor a los castores en llamas.
Pero, para desquicie total del público, el ascensor con las palas del torillo. Los que ejecutamos este videojuego en un ordenador antiguo sólo estuvimos atascados dando vueltas por Rubacava hasta que se nos ocurrió la brillante idea de meter el torillo en el ascensor y, varios viajes más tarde, meter las palas por los agujeros que se vislumbraban en cierto momento. Pero yo lo volvi a jugar con un ordenador más moderno y potente y... ¡no era capaz de acertarle a los agujeros con las palas! Estaba empezando a dudar de si lo de la muerte de las neuronas por escuchar Heavy Metal era cierto cuando descubrí la existencia de cierto parche que solucionaba el problema. Menudo apuro.
Y es que, quién iba a pensar que, una vez muertos, iríamos a parar a una agencia de viajes en la cual podríamos cambiar un billete por el medio de transporte que se adecuara a la forma de comportarnos en vida. ¿Y cómo se mata a un muerto? Convirtiéndolo en florecicas. ¿Quién iba a tener tanta imaginación? Pues a los de Lucas Arts. Está claro.
Si es que son los mejores. Y punto.
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