1 de junio de 2008

Los 20 videojuegos que deberías jugar si eres lector de Cabronos Extraños [VII]: Pokémon Cristal

Porque todos hemos sido pequeños y siempre nuestra infancia ha influido en gran parte nuestra madurez. La generación de Cabronos Extraños creció con las míticas series de dibujos animados, primero los Caballeros del Zodíaco, luego Dragon Ball, Oliver y Benji... y ya más mayorcitos aparecieron los pokémon. Y para todo aquel que haya jugado alguna vez a un videojuego de la Game Boy de estos bichos sabrá que combina dos de los factores que aúpan a un juego como éste a una lista como la de Los 20 videojuegos que deberías jugar si eres lector de Cabronos Extraños: RPG y coleccionismo puro y duro.

La novedad era que te podías capturar a unos perracos que había por ahí desperdigados...

Las videoconsolas portátiles son lo mejor que ha existido jamás después de las videoconsolas de la tele. El Pokémon Cristal pertenece a la segunda generación de juegos de este estilo. Los de Nintendo, que siempre están muy vivos con esto del márketing, pensaron que lo mejor era ir un paso más allá de los colores (azul, rojo, amarillo) y meterse de lleno en "materiales" como el oro, la plata, y tiempo después el cristal. El Pokémon Cristal era igual que los otros dos, pero mejor, porque te vendían (y era verdad, hay que reconocérselo) que podías capturar a todos los pokémon legendarios que aparecieron en esa segunda lista que aumentaba otros 100 nuevos bicharracos para usarlos para pelear entre ellos.

La historia del juego era de lo más absurdo, tú eras un chaval que se mudaba a vivir a una aldeúcha de cuatro casas en la que vivía un tío muy listo que era científico. Por cierto, ¿os habéis fijado que todos los tipos inteligentes de los videojuegos son científicos de profesión? Parece ser que si vives en un mundo virtual, pues obligatoriamente tienes que llevar bata blanca y ser científico. En fin, que el hombre éste es muy listo pero un poco almendrón que se va a pasear por mitad de los peazos y le ataca una rata morada enloquecida (Rattata) o un gorrión del tamaño de un pollo (Pidgey) le ataca y tú tienes que ayudarle. A partir de ahí el hombre te regala un pokémon para que te vayas por ahí a ver mundo, ganar medallas usándolo para calentarte con otros pokémon y te lleves mal... con su nieta.

Una PokéBall encima de una mesa es tan grande como tu cabeza. Tranquilo, te cogían seis en el cinturón.

La experiencia me dice que los pokémon estos no son animales normales. Resulta que tú te comprabas en cualquier tienda de barrio una bola hueca (PokéBall) que, una vez lanzada al pokémon, lo transformaba en energía y ya podía medir 10 metros de largo que cabía en una bola tan grande como tu puño. Pero los pokémon no eran tontos, que no se dejaban capturar así como así, antes tenías que sacar a los que ya tenías tú capturados y meterles una buena paliza para que se amansaran y los capturases. Y no pasaba nada, no venían los de la sociedad protectora de animales ni nada, porque tú ibas a un hospital de pokémon en el que, de forma gratuita (cómo funcionaba la Seguridad Social en los países de Johto y Kanto), te los curaban sin ningún problema.

Los malos del juego eran unos hombrecillos que iban todos uniformados ridículamente y que eran tremendamente fáciles de derrotar porque, a pesar de vivir del tráfico y el comercio de pokémon, sólo tenían variedad para 5 tipos, así que, si preveías que te ibas a encontrar con alguien del Team Rocket, pues te preparabas con suficiente antelación. Aunque también estaban los líderes de gimnasio, unas personas que sólo utilizaban un tipo de pokémon, que creían firmemente que era el mejor, y debían ser derrotados. En total había ocho en cada mundo y podías ser campeón en los dos países. El juego era largo y con algún amiguete que quisiera hacerte el favor, podías tener a todos los bichos.

Ejemplo práctico de cómo identificar un pokémon: colores vivos y estética manga.

Y no quiero dejar de comentar la compatibilidad, una novedad en la época, que existía entre la Game Boy Color y la Nintendo 64. Vendían un cacharro junto con el Pokémon Stadium que se enchufaba en el mando y que leía el cartucho de la GBC. Así podías jugar con tu equipo en 3D y chanar entre tus amiguillos. En el colegio el que más molaba era el que se pasaba la Liga Pokémon del Stadium con el equipo de su GBC (vale, y el que tenía un Pikachu que sabía hacer surf, pero no todos éramos tan vivos en esa época).

2 comentarios:

Patrick Grau dijo...

Nunca he jugado a un juego de los pokemon porque siempre me han sido malditos (O no he tenido tiempo, o me he pillado otro juego). Pero ahora que tengo la ds pirateada ¡¡BWHUAHUAHUA!!

Miguel Negrillo dijo...

Y habrá un juegazo de Nintendo DS en la lista, ya lo verás.

Sobre Pokémon, la gente lo odia por la serie de dibujos animados, pero muchos ni siquiera han probado a jugar al videojuego. Cuando avanzas suficiente, te das cuenta de que es muy adictivo.

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