Oficialmente, la hora a la que se quedó fue a las 12:30 de la mañana, hora a la que ni yo ni mi BatCorsa Sport podíamos estar porque aún andábamos por Daimiel. "Motivos laborales", alegué. ¡Raramente me veréis trabajando, así que habéis de creerme, hombrecillos extraños! El primer problema llegó con mi camiseta... José Carlos Rincón Butragueño estaba loco (o borracho) y no sabía dónde había dejado la caja de las camisetas, confundiendo completamente a Rob HardyN, el pequeño de los hermanos HardyN de la WWE. Afortunadamente, la cordura se impuso en el grupo de gentecilla que ahí estaban y yo me pude enfundar esa camiseta negra en honor a Star Wars que nos habíamos hecho este año. Mu bonicas por delante, apañadas por detrás y con unos motes que se le hubieran ocurrido a mi prima de 6 años y hubieran hecho más gracia (como tiene Escofil en su nick del Messenger, "perdónalos señor, que no saben lo que hacen"). Pero vamos, que nos costaron 12'00 € impuestos indirectos incluídos.
El caso es que yo llegué poco antes de la hora de comer, me uniformé convenientemente y saludé a todo el mundo, notando que Víctor Mutenroshi se había llevado a un acomapañante, Miguel el Cantarín (que no soy yo que lo acompañaba, es que lo malo abunda, no se preocupe nadie), llamado así porque su abuelo, cuando trabajaba, se dedicaba a cantar la Cabritinha y Master of Puppets. Además, cuenta la leyenda que un hombrecillo entró en su casa, le faltó al respeto y no volvió a ir al servicio sin ayuda en lo que le restó de vida. El caso es que el bueno de Miguel el Cantarín se dedicó a repetirle a todo aquel con el que se cruzaba que él no es informático, ni estudia informática, ni magisterio, ni nada de lo que se le parezca. Que él es un hombre honrado y trabaja, no como la panda de vagos que se pasan los jueves borrachos por ahí como gambiteros que no paran por casa. ¡No como otros!
El menú de la comida fue una comida bien manchega: migas. A mí las migas es que no me gustan, así que me llevé de mi casa un buen bocata de tortilla con queso y me lo metí entre pecho y espalda y me quedé pleno disfrutando del lanzamiento de migas por parte de los artilleros que que me escoltaban, a saber: O Rei Serginho y Christian Benoit. Os digo una cosa, si por alguna razón tenéis que contratar a dos tipos que sepan manejar catapultas y defender una base, llamad a estos dos que se van a enterar los invasores. Claro, cuando acabó, lo dejaron todo hecho una porquería, pero ya se patalearía de buen gusto a medida que la tarde pasara y el alcohol fluyera por las venas de los informáticos y agregados. En este segundo grupo también se encontraba el batería de Phobia Loco Big Band "Maroto y los Sacos de Mierda", el mejor grupo de rock de Daimiel que existe y ha existido jamás: Rafael el Infiel. Yo me quedé con las ganas de ver a este tipo, acostumbrado a ser el Hombrados del Metálicas González (equipo de balonmano creado por el primo daimieleño de Lars Ulrich), participar en el concurso ese del lanzamiento de zapatillas que se inventaron los de la delegación de alumnos para sacar cuartos. Tontos no eran, porque pusieron a una tía que estaba para reventarla respetarla vendiendo los tickets, pero ¡ay amigos!, que yo también estoy en crisis económica en tierras infinitas y no está la cosa para ir lanzando zapatillas. ¿Otro que también anduvo por ahí? Sánchez, que se pasó a saludar pero que estaba un poco manso y con pocas ganas de fiesta. Mucho estudiar y poco jugar hacen de Sánchez un aburrido. La versión oficial es que estaba el pobre cansado después de hacer un viaje exprés a tocar -y bailar- con los Village People a La Paz.
Unas cuantas vueltas se dio por allí Eusebio Messi, el primo corto del jugador del Barcelona. Como no muchos sabréis, está enamorado de Alicia la Corrupta (y, hasta la fecha, presidenta de peñas de los Chicharritos.info a la espera de que se celebren elecciones, más información en el tercer podcast extraño), y todo hombre, cuando tiene un poco de alcohol encima y sufre de mal de amores, hace muchas tonterías. Messi es el mayor ejemplo: se quitó la camiseta, se puso a lanzar zapatillas como un loco, se declaró a la pobre chica y no sabemos precisar dónde acabó (ni si lo hizo). Aunque sí que acabó fue José Carlos Rincón Butragueño, subido a un carrito de Mercadona, tal y como manda la costumbre de Santa Tecla. Está escrito que, mientras duremos en la carrera, José se montará en un carro de Mercadona y hará las delicias del resto. Está hecho todo un showman este tipo (y para vueltas, las que le dimos en el carro al pobrecico).Antes de adentrarnos en un lugar extraño al que todo el mundo llamaba "Tortuga", decidimos que era justo y necesario ir a por una chaquetilla para Víctor Mutenroshi, que está escuerzo de delgado y se nos iba a morir de frío. Lo que tiene que hacer es comerse un par de mojicones de los que hace mi abuela todos los días y sacar la grasa que le falta para pasar el frío invierno manchego. Parada obligatoria fue en un aparcamiento para ver el "famoso" coche de Miguel el Cantarín, un BMW en el que vas "arrastra-culo" por la vida. Se les ve el plumero a todos. Menos mal que venía Van Manuel (el presidente de honor de los Chicharritos.info) y dio el visto bueno, él que será el futuro mecánico de los coches del equipo y allegados. ¡Pardiez!
La Tortuga e instantes posteriores en el último volumen...
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