Los protagonistas del viaje fuimos el Doctor Maroto, Pérez Murrápido, Lazarito y un servidor (que iba a los mandos del BatCorsa). Además, también contamos con el inestimable acompañamiento que ofrecía Trini, la voz del GPS que Lazarito instaló enchufado al BatmeNchero y que nos iba avisando de todos los radares que había por el camino (una señora muy lista que caló en el corazón del Doctor Maroto, sin ninguna duda, pero muy cansina, porque cada dos por tres nos hacía sonar la alarma del límite de velocidad, que el dueño no se lo cambió y se creía la Trini que iba en un camión). ¡Qué salá era la Trini!
El sábado por la mañana, reunidos los cuatro (y Trini), zarpamos de Daimiel rumbo a Zaragoza, cargados de energía, ilusión, cerveza, comida, galguerías, sacos de dormir y una tienda de campaña, de tal forma que parecía que más que a un concierto Rock-Metalero en un fin de semana, íbamos de quintería para varias semanas. Tras la obligada parada por la panificadora para echar el tan delicioso pan que se hace en nuestro pueblo (y que nos alimentó a lo largo de todo el sábado y la mañana del domingo), enfilamos la carretera escuchando el CD que tan gustosamente me había preparado para la ocasión: I Love You, Maroto. Road to Zaragoza 0cr9. Con 110 temas de temática preferiblemente rockera que nos hicieron el viaje mucho más corto. Parada en el camino obligada para estirar las piernas, hacer la llamada del ahorro y almorzar (una buena costumbre es una buena costumbre en tu casa y de viaje). La cosa se iba animando por momentos. Sobre todo cuando cambiamos el CD rockero por el de las chorradas (El Reno Renardo, Gigatrón, Mamá Ladilla, El Hombre Linterna y, sobre todo, Los Gandules).
Llegamos a Zaragoza tras un largo viaje de algo más de cinco horitas (contando el tiempo que estuvimos parados almorzando), y pronto nos encontramos con el gran inconveniente de los vientos huracanados que hacen por la capital aragonesa. ¡Qué forma de soplar allí el viento! ¡No nos volamos de casualidad! Gracias a CHUCK! Norris a que somos tíos fuertes y robustos, que si hubiéramos sido cuatro tirillas habíamos aparecido en el Kobeta de los golpes de viento que venían de vez en cuando. Fijaos cómo sería la cosa que, al comprar la pulsera para la entrada al camping, un billete de 10 €urapios salió volando y me tuve que pegar una buena carrera persiguiéndolo mientras me esquivaba metiéndose por debajo de los coches o entre los jebis del lugar (¡cómo se nota que estoy apuntado al Club Atletismo Saturno!).
Una vez dentro del camping, encontramos una buena localización para nuestra tienda y fue cuando la particualr odisea comenzó. ¡Dos horas para montar la tienda de campaña! Ahí no había forma de hacer nada porque el viento se llevaba la tienda y las piquetas éramos incapaces de clavarlas, bueno, más bien, el Doctor Maroto, con toda la fuerza del Rock era incapaz de clavar las piquetas en el suelo sin doblarlas por varios lugares. Lo cierto y verdad es que estábamos encima de una losa de piedra en la que era imposible clavar nada decentemente y que el aire llegó a alcanzar rachas de 70 km/h (según informaciones a posteriori) y no tuvimos más remedio que hacer una obra de ingeniería avanzada para sujetar la tienda. Los vientos y demás apechusques que no podíamos clavar al suelo, los atamos a las piedras más grandes que encontramos y a un palé que había por allí tirado (a ver si el viento tenía fuerza para levantar tantas piedras y un palé juntos), además de ponerle más piedras por la entrada para que el aire no pudiera o pudiese entrar por ningún lado y que no se nos volara. ¡Y la mantuvimos entera!, algo que no quita que la zona de acampada fuera una mierda por la que nos soplaron 5 €uros después de estar en una condiciones pésimas todo lleno de pajitos, con un suelo duro y un viento insoportable.
Después de penar lo nuestro, era el momento de comer, algo que hicimos en las inmediaciones del BatCorsa intentándonos resguardar el viento huracanado (cierzo zaragozano), mientras escuchábamos el Follow the Reaper y el Blooddrunk de Children of Bodom (para calentar). Pan, salchichón, jamón, salchichas de lata, aceitunas con queso, mejillones, aceitunas sin hueso, chorizo, lomo y bolsas de galguerías. Una comida buenísima, digo yo. La reposamos, nos echamos unas fotos haciendo el idiota, recogimos lo que pudimos y nos fuimos a comprobar cómo Pérez se compró todo el hielo que encontró en la gasolinera (había más, pero no se le ocurrió cogerlo que, si no, tenemos que llamar una grúa). Tanto hielo no cogía en la nevera, pero se hizo lo que se pudo.
Llegó el momento consumista del día, ponernos las pulseras de los conciertos (que, todo sea dicho de paso, eran sosas a más no poder, molaba más la del camping) y pasar a ver qué pampaneo había por ahí. Primera visita obligada a los puestos con camisetas rockeras donde cargamos con un par de camisetas del videojuego God of War (Doctor Maroto y yo), una de Blind Guardian con un tío cortándole la cabeza a otro con un hacha (Lazarito), otra de los Children of Bodom (Doctor Maroto) y dos del festival (Pérez y yo). Regreso raudo y veloz al coche a dejar las compras de las que nos sentíamos orgullosos y vuelta a la zona de los conciertos para llegar justo a tiempo de ver a Europe de cantar su canción más famosa, The Final Countdown. A Europe no los escuchamos bien porque el viento era tan fuerte y soplaba para el lado contrario de donde comprábamos las camisetas que el sonido llegaba distorsionado a donde estábamos, pero para esa canción era menester acercarse a cantar a voces el estribillo de The Peto el Cacas de Gigatrón.
Vimos cómo empezaban a montar para los W.A.S.P. y ahí que nos fuimos para ver bien a Blackie Lawless y compañía. El cantante del grupo salió como lo que es, uno de los tipos más duros sobre la faz de la Tierra, con unas botas marrón claro con flecos, unas gafas tapafeas y enseñándonos los cuernos al público. El sonido, muy bien todo pero con el bombo altísimo y las voces un poco flojas (sobre todo en los coros), y eso fue tónica habitual en el resto de los grupos que vimos, pero parecía que eso lo iban solucionando sobre la marcha. El concierto empezó un poco flojo, tocando alguna canción clásica para animar al público, pero fue cuando Blackie Lawless se quitó las gafas que todo cambió para bien, se encendió la cosa y fue un no parar de esta grandísima banda de Heavy Metal, sobre todo cuando sonaron algunos temazos como L.O.V.E. Machine o I Wanna Be Somebody, los cuales era imposible no corear con todo lo que nos diera la garganta de sí. Se nota que esta gente está más que curtida en mil batallas, cuando fueron capaces de hacer que los coréasemos todos los que estábamos allí para luego callarnos y dar paso al siguiente tema, brutal. Se me hizo extremadamente corto y fueron, para mí, la sorpresa de la noche en cuanto a lo que me esperaba y lo que me encontré.
Los siguientes fueron Blind Guardian, a estos mis amigos ya los habían visto, pero yo no y tenía unas ganas increíbles de poder disfrutarlos en directo de una vez por todas. Qué raro se me hizo ver a Hansi Kürsch con el pelo tan corto, pero no le ha quitado ni una pizca de carisma a este hombre que se mueve por el escenario, habla con el público y anima. El setlist podría haber sido un poco más movido aunque estuvo bastante bien para la hora que les dejaron. El bis fue Mirror, Mirror, una de mis preferidas, así que yo encantado. La verdad es que es un grupo que en directo gana mucho, la fuerza de sus canciones es atronadora, aunque el extremo viento y que, todo hay que decirlo, el público estaba muy paradito y demasiado relajado, le restaron ese toque de épica que debe estar presente siempre en temas como Nightfall.
A continuación nos metimos un poco más delante, al mogollón para disfrutar al grupo que los cuatro estábamos deseando ver en directo. Había rumores de que Alexi Laiho no estaba al cien por cien porque llegaba con una lesión de hombro, pero Children of Bodom es uno de los conciertos a los que hay que ir sí o sí en cuanto tengáis oportunidad. Para mí (y para muchos de los que los vimos el sábado), el mejor grupo actual de Metal que os podáis echar a la cara, y Alexi Laiho el mejor guitarrista actual que se pueda encontrar en el panorama internacional. Qué forma de dominar la guitarra, es soberbio con qué virtuosismo maneja el instrumento, y los momentos en los que se junto al teclista y ambos tocaban juntos los solos eran, sin duda alguna, los que se quedarán guardados en la memoria de todos los fans que estábamos allí. Tocaron casi todos sus éxitos (la vez que enlazaron Children of Decadence con Bed of Razors, memorable) y no pararon de dirigirse al público (hablando en inglés tan rápido que sólo entendíamos fuck, fuckin' y motherfucker), hasta Janne Wirman -teclista- intentó hablar en español poco antes de que el grupo entero le gastara una broma al público empezando a tocar The Final Countdown (¿estará esta versión en el disco que anuncian para después de verano?). Fue el concierto que más corto se me hizo y me dejeron con ganas de muchísimo más.
A partir de aquí, el aire cada vez era más frío y el cansancio iba haciendo mella en nosotros, pero venían Barón Rojo, bueno, los auténtios Barón Rojo, con la formación original reunida para esta ocasión (los hermanos Castro, Hermes Calabria y Sherpa). Pérez y Lazarito se fueron temprano pero ahí aguantamos el Doctor Maroto y yo esas dos horas y media de Heavy Metal español con los Barón tocando todos sus clásicos y canciones más sonadas. Yo creía que el cuarteto iba a estar más oxidado musicalmente hablando y dieron un verdadero recital de música Heavy demostrando que siguen siendo parte de la élite en este género. Sherpa y Carlos mantienen sus voces y nos hicieron vibrar en más de una ocasión gracias a que ambos (e, incluso, con Armando algunas veces) cantaban a la vez en los estribillos de las canciones haciendo imposible que la gente no se emocionara. De hecho, Armando de Castro fue el que más me gustó, qué pedazo de guitarrista está hecho este hombre, cada solo que le tocaba interpretar lo hacía único, y fue uno de los músicos que más se movieron por el escenario bailando con el resto del grupo en la parte del festival que nosotros pudimos ver. Disfruté como un enano con los temas clásicos que yo no me canso de escuchar, Incomunicación, Los Rockeros Van al Infierno, Con Botas Sucias, Barón Rojo, Las Flores del Mal... Para la despedida se dejaron Resistiré, primero, e Hijos de Caín, después, para que todo el público se fuera contento habiendo disfrutado al máximo con ellos. Casi tuve la impresión de que podrían haber seguido tocando un rato más, pero eran las 4:30 pasadas, quedaba muy poquita gente ya (en comparación con los que yo vi moverse por la zona y todo debido al temporal) y parece ser que la organización les metió un poco de prisa.
Tras gozar por los cuatro costados con Barón Rojo, el Doctor Maroto y yo nos refugiamos un rato en el coche para entrar en calor (y cenar, todo sea dicho de paso) y nos fuimos a comprobar que Pérez y Lazarito habían mantenido la tienda de campaña en su sitio. La noche fue complicada, tanto que más de una vez temía encontrar a Pérez aplastado por el palé, pero al final sobrevivimos los cuatro, nos levantamos cuando el sol no nos dejaba dormir más, recogimos como pudimos y nos marchamos para Zaragoza a dar una vuelta por la Plaza del Pilar. Por supuesto, atacamos las galguerías y demás comida que teníamos en el coche aún. Más que ir a un festival de música, fuimos a inflarnos a comer y a ver un poco de música. Entrar a la Basílica y ver a Lázaro con su camiseta de Blind Guardian del tío cortándole la cabeza a otro moverse por la iglesia echando fotos me causaba tanta risa que acepté inmediatamente la oferta del Doctor Maroto de huir de allí y sentarnos un rato a ver a las ratas del aire, las palomas. Zaragoza sigue donde está y recordé mi visita hará unos diez años cuando era más niño. Bien.
Para comer nos fuimos a un pedazo de centro comercial que hay a las afueras de la ciudad (ahí han ganado los maños a los olieros, tengo que hablar seriamente con mi amigo José Carlos) donde encontramos una especie de restaurante italoamericano razonablemente baratuno en el que nos pusimos de pasta, pizza y, en el caso de Pérez, hamburguesa, hasta las trancas. Con el estómago lleno, nos echamos unas partidas en los recreativos/bolera (donde Pérez y yo aplastamos miserablemente a los rudos Lázaro y Maroto en el Air Hockey) y decidimos que era recomendable poner rumbo de vuelta a casa.
A la vuelta, escuchar mucho más a Los Gandules (la canción de Miguel Ángel ya nos la sabemos, ¡entera!), aguantar despiertos después de la mala noche, parar en un polígono y descubrir dónde hacen las botellas, y oír un poco el Carrusel Deportivo porque no hay viaje largo que se precie que no acabe con un rato de Carrusel (llevo tres veces, Moncofa, Toledo post-intercampus y Metalway). Ojito si al final no acabo grabando el Carrusel Superbowl en un CD para estas vacaciones.
Un viaje legendario y una metalcrónica larguísima, si has llegado hasta aquí, muchas gracias, si no lo has hecho... ¡eres un mierda! Hala.
5 comentarios:
Un solo día de conciertos y acabaste cansao? Tu no eres un hombre! El año que viene al viña, que por lo menos el camping es gratis
Si señor buena crónica y completa!!
Si el Viña tiene los conciertos como los de este año (una mierda, vamos), pues no pienso ir, eso está más claro que el agua. Ningún grupo le llegaba a la suela de los zapatos a los cuatro que yo vi (salvo si Barricada & Rosendo hicieron esa locura que tocaron en la gira "normal").
Un saludo a todos y, en especial, al Señor Sánchez.
Todavía quedaba piedra en la acampada? yo creía que la destruyó El Gran Quilopondrio de un solo golpe cuando montó su tienda de campaña en su paso por el primer monster of rock!
Buena crónica ya me contarás con mas detalle cabronos!
Habrá detalles en cuanto nos veamos, yo siempre tengo buenas historias que contar. Otra cosa no, pero la de cosas raras que me pueden pasar a mí...
Sobre las piedras, se conoce que el cierzo zaragozano era tan poderoso que erosionó el terreno de forma que, cuando llegamos nosotros, había rocas nuevas (¡y un palé!), con lo que es cierto que Quilopondriomán logró acabar con todas en el Monster, pero en el Metalway ya había nuevas para que la Tienda Extraña no saliera volando por los aires.
Publicar un comentario