Las 20 series de dibujos animados que deberías ver si eres lector de Cabronos Extraños [III]: Conan el Aventurero

La serie de dibujos animados que salió a raíz del éxito de la película y que muchos de nosotros vimos gracias a que la echaban justo entre Power Rangers y X-Men en Telahinco. ¡Ay, aquellos tiempos en los que a las 7 de la tarde no había programas mierdas como ahora!



Lo que más recuerdo de esta pedazo de serie era la canción del principio en la que decían "Conan denosequé", pero era imposible que ese indescifrable juego de palabras (en inglés y en mi mente de niño sonaba así, a ver qué va a pasar) me llevara a saber cuál era el nombre original de la serie. No era "The Barbarian", este Conan era "The Adventurer". Nada de bárbaro, éste es aventurero, que le da un toque más cosmopolita, ya que éste luchaba contra un hechicero medio humano medio reptil que tenía un ejército del copón de seres de la misma raza que él y que sólo podían ser derrotados con el contacto de un metal extraño.

El caso es que este Conan andaba por la vida cabreado porque estaba acompañado de un ave fénix habladora que salía de su escudo cada dos por tres y que era más pesao que una vaca en brazos. El bicho es el primer amigo que se echa (consejero le gusta decir a él que es) después de que los malos de turno atacaran su pueblo y dejaran a su familia convertidos en piedra. El bueno de Conan se coge su espadaca del más que conocido "metal extraño" (que, aunque lo parezca, no es la música que escuchamos en este blog, sino el material del que está forjada la espada) y se marcha a ver si destruye al que les ha hecho eso a sus padres, un tal Wrath-Amon o Brazamón, según si el actor de doblaje tenía el día tonto o no.

Conan, a pesar de ser un tipo supermusculado que va en calzoncillos por la vida con una espadaca, un escudo y un caballo que tan pronto aparecía como desaparecia (¿dónde se lo guardaba?), también se rodeaba de sus amigos, los más frikis de cada familia que habían sufrido diferentes putadas del Brazamón éste. Por supuesto, todos ellos cumplían con los clichés necesarios para rodear a Conan de un grupo bien formado. Estaba el típico amigo negro que, además, era socio de Green Peace y pllevaba un látigo al que le pegaron unas bolas del metal extraño para que pudiera luchar contra los hombres lagarto. Era una especie de chamán capaz de hablar con los animales y dibujar runas en la tierra para que le obedecieran. Como la serie iba enfocada a los niños, los guionistas disfrazaron el abuso de estas criaturas con la excusa de que se hacían amigos y les pedía favores. Cogido con pinzas en un juicio.

Teníamos a la chica guapa y atlética que siempre acompaña a Conan pero que nunca se lía con él. Es curioso, porque te lees cualquier cómic y Conan se lleva al catre a las mozas que se cruza pero a la de la serie la respeta (que no la revienta) por alguna razón que nadie llegó a comprender. Igual la razón es que la chica trabajaba en un circo (a lo mejor en vez de barba...) y se dedicaba a lanzar estrellitas de la muerte igual que un ninja. Un día Conan estaba contentísimo viendo el circo cuando atacaron los molestos hombres lagarto, su espada brilló con las estrellas de la chica y se hicieron amigos. Los hechos ocurrieron así, saquen conclusiones, queridos lectores. Quizá la historia os pueda parecer conmovedora pero, sin lugar a dudas, la mejor era la del mago del antifaz que lo acompaña cada dos por tres. Un mago que iba con dos lobos que antes eran personas amigas suyas pero que ahora van a cuatro patas. El mago y los lobos tenían la misma importancia en el argumento pues sólo se acordaban de ellos cuando había que lanzar un truco del almendruco o mandar a dos perros a seguir el rastro de alguien. Porque nos dijeron que eran lobos, pero estaban tan domesticados que daba penilla verlos perder sus ansias salvajes.

Lo mejor, sin duda, de la serie eran los combates. Conan y compañía se encontraban con unos cuantos hombres malencarados que estaban robando o haciendo maldades en cualquier pueblo y él y sus amigos acababan a palos con ellos. El punto de inflexión de la batalla venía cuando a uno se le ocurría acercar algo más el arma contra su adversario y éste abandonaba su apariencia de enemigo-humano-por-defecto para tener la aperiencia de hombre-lagarto, que es cuando se metían los golpes con más ganas. Normalmente, solían ser como los masillas de los Power Rangers, y salían muchos y se llevaban una paliza. Lo que pasa es que estos, al ser golpeados por segunda vez con las armas de metal extraño, eran transportados a otra galaxia en la que vivían desnudos con su apariencia reptiliana y tenían que trabajar como esclavos para Brazamón. Era divertidísimo ver cómo se abría un agujero interestelar encima de los derrotados, los cuales se convertían en energía y se colaban por el agujero abandonando las ropas y armaduras en mitad de donde estuvieran o estuviesen. Con el jefazo final pasaba lo mismo, pero no tengo recuerdo de que Conan fuera capaz de apretarle dos golpes para derrotarlo antes del último capítulo.

Vamos, una pedazo de serie que debería haber sido continuada, como mínimo, en una película de dibujos animados profundizando en las aventuras de Conan y sus amigos.