
Vale que en las películas de Disney haya canciones. Ahí, por lo menos, hay un pase, porque si la película tiene canciones carismáticas como la de Aladdín, Los Aristogatos o El Libro de la Selva, pues se puede entender. Tienes unas cancioncillas, y al final acabas canturreteándolas tú también (y si eres un poco nenaza, pues luego juegas al Singstar Disney, y lo petas). Pero hay otras, como esta misma, que no hay por donde cogerla. Y eso que intenté llevar a cabo "la estrategia Simpsons", un arte televisivo que llevo practicando desde que tengo memoria, y que es una costumbre asentada en todo telespectador de Antena 3 desde que la serie de los monigotes amarillos se emite en esta cadena: dejar de hacer caso inmediatamente en el momento en el que algún personaje se ponga a cantar.
Esto me ha generado un gran problema, ya que supondría estar dos horas (¡dos horacas!) con una banda sonora de fondo de moñas. Y eso sí que no se puede consentir. Así que decidí tomar la determinación de ir saltando las canciones, para ver las pocas partes en las que los personajes hablan, para enterarme de la historia, y ha sido un ardua labor. Ver que adultos sin tarita mental se ponen a cantar así porque sí, sin más explicación de que es un musical, y en vez de decir las cosas como las personas normales, hacen una canción, me da una vergüenza ajena impresionante. Vamos, que la protagonista de turno está con disgusto, y se pone a cantar. Un buen sopapo le daba yo para espabilarla a la jodía.

El Fantasma de la Ópera quiere que se sea justo con él, porque es un pobrecico, pero Emmy Rossum es una tía de sentimiento fácil, y de por medio se mete su noviete, luchan, hacen el paripé, se pasan 2 horas cantando, y ya está.
1 comentario:
Hanno detto che la rete era falso, ho riso,louis vuitton wallets
come se la realtà è davvero la stessa
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