21 de noviembre de 2010

Las 20 series de televisión que deberías ver si eres lector de Cabronos Extraños [XVII]: Un chapuzas en casa

Enfilamos ya nuestra recta final con esta Gran Saga Extraña que, de seguro, no estará dejando indiferente a ninguno de los lectores que la hayan seguido. Una vez más, me toca sorprenderos con la elección, ¿os pensabais que íbamos a dejar para el final las más mediáticas? De eso nada, ¡los clásicos nunca mueren!



Ya sabéis que una de nuestras reivindicaciones preferidas en este blog es que Will Smith debería ser oscarizado, ya que es uno de los mejores actores de la historia del cine. Pues bien, os voy a desvelar otro secreto, y es que somos muy, pero que muy, fans de Tim Allen. ¿Cómo es posible que este buen hombre sólo tenga un Globo de Oro? ¿Ni siquera un maldito Emmy? ¿Todo el mundo tiene un Emmy por cualquier tontería y Tim Allen no? Es una de las mayores injusticias que se han cometido en la historia de los premios de academias y demás tonterías. Tim Allen es un pedazo de actor, que protagoniza Un chapuzas en casa, una serie que, queráis o no, es una verdadera alegoría sobre la vida real. Y eso es lo que os voy a contar en este post (vaya, parece una amenaza típica de las del principio de los podcast de Cabroneces).

Un chapuzas en casa representa la vida de un padre de familia con tres criaturos en casa y una mujer gritona, que se dedica a ser presentador del Bricomanía de Estados Unidos, pero al final todo le salía mal... si no llega a ser por el mejor amigo de la familia, el bonachón amigo gordo con barba que tenía de ayudante. El caso es que el tipo era torpe hasta decir basta, tanto que incluso me pregunto a menudo cómo fue capaz de aprobar de pequeño la asignatura de Pretecnología, que ahí te obligaban a hacer incluso hasta una estantería chiquitilla, poniendo los clavos y todo (yo también soy un torpe, no veas las que armo para montar un dado de papel, lo más normal es que acabe con los dedos pegados unos a otros, que parezco un italiano gesticulando).

Pues bien, el caso es que el señor gordito era el que le sacaba de los líos al protagonista, y era una especie de Krilín, pero como si Krilín fuera mucho mejor luchador que Son Goku y este solo se dedicara o dedicase a salir por la tele y vender el merchandising típico de la serie de televisión. Sí, algo así como Torres y Villa en la Selección, que el primero está porque en China lo conoce todos los chinorris y el segundo es el que realmente cuela los goles. Eso sí, el gran Tim Allen tiene la excusa perfecta y es que, ¿por qué su mujer siempre estaba enfadada en todos los capítulos? ¿Se automedicaba más de la cuenta, le entraba bajón y se cabreaba? Una tía que no había quien entendiera o entendiese, pero que ahí estaba, siempre con sus moralinas.

Ahora bien, la mujer de Tim Allen algo bueno tendría, porque mirad: tres hijos, y en dos de cada tres capítulos al final acababan poniéndose romanticones. Curiosamente, no fue en el de San Valentín, en el que el hijo mayor se acababa echando novia (¿quién se echa novia ese día? Ahí hay que aprovechar que no la tienes, no sé si me seguís). Porque los tres hijos que tiene cumplen su papel mejor imposible.

Primero está el mayor, que va de malote, pero es un poco cortico, de los típicos que les quedan Matemáticas, Lengua y Conocimiento del Medio, y que aprueban Educación Física porque lo hace todo el mundo. Le robaba el bocadillo a sus compañeros de clase y tenía una espectativas altísimas en cuanto a las niñas de su cole.

El del medio es como Tim Allen pero en miniatura. Es el único actor infantil que hizo algo relevante en su carrera, y es que parece que fue el que mejor le entró por los ojos a los yanquis. Era el chulito y el que defendía la típica chica de tu clase cuando eras pequeño como "el que más molaba" (he aquí otro ejemplo de gente sin criterio).

El pequeño tenía algo así como el "síndrome de Maggie", que no es que no hablase, sino que sólo se acordaban de sacarlo cuando tenían que hacer un chiste con él, pero luego no aparecía en toda la serie. En algunos capítulos sólo salía para rellenar plano con alguno de sus hermanos mayores. A veces le dedicaban algo de tiempo. El travieso, cuando la travesura haría pasar por tontico al mini-Tim Allen.
Con la serie no es que aprendiésemos mucho de bricolaje, pero sí que debería haber estado patrocinada por la Iglesia. En cada episodio, en algún momento, Tim Allen tenía que salirse al jardín de atrás de su casa y ponerse a hablar con una entidad que vivía a su lado y que se escondía detrás de la valla. ¡Era Diso! Bueno, no era exactamente Lemmy Kilmister, lo cual habría supuesto que es una serie perfecta, pero era una especie de divinidad que le aconsejaba. Así como Papá Noel, que siempre tenía la solución para todo y le calmaba el ánimo a Tim Allen. El deux ex machina perfecto para una serie sin acción ninguna.

Una serie para echarse unas risas durante un montonaco de temporadas, y dejad de ver esa mierda de Scrubs, que tiene menos gracia que los chistes de los empollones de clase.

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