Con retraso, a las ocho y poco echó a rodar el balón en Almería, a quien iba a visitar el mejor Barcelona de la historia en Liga a estas alturas. Líderes ellos, orgullosos y confiados, pero se encontraron con algo que no se esperaban... no siempre pueden jugar andando y ganar los partidos. El Almería les dio dos sustos, el segundo de ellos, golazo de Puyol que remató un buen centro en la portería de Valdés.
Golillo al final de Messi para arrancar un empate en un partido que se le puso a cara de perro al Barcelona después de una insubordinación de un Juanma Lillo al que se le hace el culo pesicola (que diría Fernando Torres el Sobrevalorado) de sólo pensar que algún día lo pueden proponer para sustituir a Guardiola en el banquillo culé. Bueno, Lillo se encerró atrás y el Barcelona demostró que no son tan buenos desatascando defensas encerradas en el área como el año pasado, se estrellaron, empataron y le sirvieron en bandeja al Real Madrid la primera oportunidad de asalto al primer puesto...
...y la aprovecharon. El Sevilla es un pedazo de equipo, que tiene extremos, pero no delanteros en plena forma, que juega como un bloque, peligroso y correoso y que, espero, gane la Copa del Rey. ¡Qué tensión de partido el Real Madrid-Sevilla! Otro fallo en la defensa más para el 0-1, y cantazo incomprensible de San Iker en el segundo gol del 0-2, que fue terrenal para dejarle su puesto en los Cielos a San Palop (quien siga pensando que el portero del Sevilla no es cincuenta veces mejor que Víctor Valdés, por favor, que se lave la cara), el cual paró lo imparable, y lo que no, se estrelló en los postes. Tres palos, nada menos, dos de Higuaín y otro de Gutiérrez.
Pero, ojo, a partir de ahí empezó a cambiar la noche, el aluvión blanco de oportunidades, la verticalidad reflejada en el fútbol, el pundonor y el espíritu de las noches mágicas en el Santiago Bernabéu. El Real Madrid volvió a apelar a la remontada comenzando con un balón muerto que salió del pie de Marcelo y acabó picando Cristiano Ronaldo al fondo de la red (sí, sí, sí, valía quince mil). Con el 1-2, los no creyentes no confiaban en que pudiéramos conseguirlo, pero apareció Sergio Ramos, elevándose sobre los defensas sevillistas cabeceando, en un gol que ya lleva su firma, el balón que le puso en el saque de esquina Rafael Van der Vaart.
Con el partido empatado a dos goles después de que el Sevilla pusiera contra las cuerdas al Madrid. El Barcelona aún era líder, Raúl saltó al campo (ovación al Capitán, qué bonito fue), el Madrid atacaba y atacaba y apareció el holandés que es nieto de un gaditano. Con el 23 a la espalda, una mujer que más la quisiera cualquiera, Van der Vaart empujó un balón que centró Ramos, remató Higuaín y acabó metiendo él. Tres goles para una remontada histórica.
Ayer fue Santa Felicidad. El Real Madrid va líder, no es una coincidencia. ¡Se ha disparado el Cagómetro!
5 comentarios:
El cagómetro por las nubes, ¡si señor!
Y es que amigos, hace ya mucho tiempo que el Barcelona pasó de jugar bien al fútbol a aburrirnos, alguien debería decirles que tener mucho la pelota no es sinónimo de jugar bien. Y por cierto, hoy creo que el Camp Nou estaba blanco, ¿será una premonición?
Fuera el barsa!!!
Barcelona está helada... la apisonadora blanca ha pisado el acelerador.
¡Tenemos que pasar mañana! No lo veo tan claro como vosotros.
Y tampoco veías clara la remontada ante el Sevilla... hombre de poca fe.
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