¿De qué va Miedo y asco en Las Vegas? De un montón de tonterías una detrás de otra que van haciendo dos tipos que van puestos de todo tipo de drogas hasta el ojete. Uno es Raoul Duke, un periodista calvorotas que siempre va tapando su enorme calva con algún tipo de sombrerete o, incluso, una toalla (la próxima película que hagan -será una precuela-, tratará sobre el viaje de Duke con su padre, igual de drogata que él, a Portugal, donde se comprarán un montón de toallas con diversos bordados y tendrán un camello gallego). También, Duke lleva una de esas gafas de sol amarillas, las cuales valen para prevenir los rayos HEV, que son los azules. Por ejemplo, si el Blue Ranger le disparara y disparase con su pistola, él podría lanzarse con sus gafas amarillas y devolver el rayaco contra el Blue Ranger. Podemos decir que Duke es algo así como un villano de los Power Rangers, pero en vez de ser creado por Rita Repulsa, se pervierte por la droga.
Junto a Duke, el periodista (corresponsal de La Razón en Estados Unidos, muy probablemente), está el Doctor Gonzo, que es su abogado. Este señor es un tío con el pelo loco y desmoñado que tiene bigotillo, y que se mete lo mismo que Duke. Entre los dos, serían capaces de dejar sin trabajo a la mitad de los niggas amigos de Stringer Bell de las casas baratas.
El caso es que Duke y el Doctor Gonzo van con un descapotable por ahí, alojándose en diversos hoteles de Las Vegas, no pagando ni un duro, pero dejándolo todo destrozado y hecho unos zorros. ¡A ver si os creéis que en Daimiel no hay drogaína! Vosotros id a los váteres del Acertijo (que no se llama así, pero vosotros me entendéis, *guiño, guiño*). Es más, lo único bueno de toda la película es la gente que se encargó del decorado, haciendo que las habitaciones en las que se meten los dos protagonistas sean un desbarajuste y una porquería, porque llegar a tal extremo es bastante complicado, a no ser que sea una habitación de estudiante universitario y te estés nueve meses sin limpiarla y recogerla. Pero eso ya es otro caso aparte.
Quitando lo del decorado, la película es un poco aburrideja. Son un montón de tonterías sin sentido por dos drogatas que seguramente sean bastante más graciosas si la veis con vuestros amigos fumándoos unos cigarritos de la risa, pero si sois CM Punk, o gente que no se droga, os va a hacer la misma gracia que el discurso de Navidad del Juancar.
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