Bien, yo que tengo al bueno de Jesús como un entendido del cine, alguien que tiene un conocimiento totalmente superior al resto de los humanos en el Séptimo Arte, me esperaba que su recomendación fuera y fuese una película que me dejase totalmente catacróker, una película que me obligara a darle un abrazo la próxima vez que lo viese, y agradecer a Lemmy Kilmister que me hubiera y hubiese abierto los ojos ante esta obra de arte del cine del siglo XX, me he llevado una profunda decepción. ¡Casablanca es una bacalá infame de las que hacen historia!
Yo pensaba que Casablanca era una película de nazis con algún romance de por medio. Vale, vamos a ver a los nazis por ahí estomagando, a alguno habrá que matar en tiroteos en el casino de Humphrey Bogart, y ya que hay un negro, esperaba que el racismo nazi sea suficiente excusa para que se volvera loco y los aplastara contra el piano con el que va a todas partes. Pero no, en realidad, Casablanca es un pastelazo, ¡es una película de amor! ¿Y una historia más de amor ha pasado a la historia del cine por ser una de las mejores películas? Se os ve el plumero, sois tan románticos que empalagáis, copón.
El caso es que Humphrey Bogart (el cual, es tan soso y tan previsible que llamaré Humphrey Bogarde) está enamorado de una muchacha que conoció en París, que luego aparece con otro tío, y empiezan a tontear. La película va de gente hablando entre ellos, Humphrey Bogarde fumando como un carretero, más gente hablando yendo de un lado para otro, y de vez en cuando, cantan una canción (se conoce que en la época eso es lo que chanaba, porque pasaba lo mismo en Blancanieves y los Siete Enanitos, salvo que ahí, por lo menos, había algo de acción, y las canciones eran pegadizas, no como aquí, que por falta de originalidad, se ponen a cantar la Marsellesa). El famoso Sam que todo el mundo nombra cuando se habla de Casablanca es un nigga' que toca el piano en el casino y que va de un lado para otro empujando el instrumendo y una banquetilla aceptando peticiones. Si al menos hiciera algún chiste, haciendo el clásico papel de noir gracioso de las películas americanas.
Pero calla, que ahí no queda todo, que la tía que le gusta a Humphrey Bogarde es una que lleva sin lavarse el pelo desde que Hitler se hizo con el poder en Alemania, y tiene el efecto de "dibujos animados", es decir, que no se le cantea ni un poquillo. Yo creo que no la sacan en la escena de la lluvia precisamente para que no se note que no se le va a mover, que seguro que le huele a caldofrán. Ingrid Bergman, que se llama. No, no es familia (que yo sepa) de la coprotagonista del Hollywood Monsters, la cual le da cien mil vueltas, no solo en estilo, sino en carácter. No dice mucho en favor de Humphrey Bogarde el enamorarse de una pavisosa jovencilla.
Casablanca es un pastel de película con mucha gente hablando sin hacer nada haciendo poses y compitiendo a ver quiénes son los más románticos del plató. Ah, y con cancioncillas entre medias, y una tía tocando la guitarra y haciendo gorgoritos (si estoy yo en el casino, y empieza la tía esa a dar el tostonazo, me voy, y ahí se quedan Bogarde, la Bergman, el noir y la madre que los trajo).
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3 comentarios:
Película nebotista donde las haya. Totalmente sobrevalorada y encima es un rollo de amor que no se remata porque Bogarde se hace gaylord y se va con un policía. #Bacalá
¡¡¡DIOSSSSSSSSSSSSSSSSS!!!. Vaya panda. Merecéis un muerte horrible: Atados a un poste mientras os pasan todas las películas de Manolo Escobar comentadas por Carmen Sevilla.
Nacho, ven a poner un poco de orden, podiosssssssssssssss
Totalmente de acuerdo con el General Manager de Teleadictos. Al hacerse gayer demuestra por qué tenía una novia tan estúpida en Casablanca... ¡solo por aparentar!
Podréis encontrar a gente como Bogarde en las JMJ, por cierto.
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