Tony Montana nació en La Habana, y llegó a Estados Unidos como el tractor Massey Fergusson llegó a España, con la idea de ser un campeón. Allí, se encuentra con un John Dere, y empieza a trabajar para él, porque el otro es mejor que él o, al menos, tiene mucho más poder hasta ese momento. Sin embargo, y es aquí cuando las historias del tractor y el cubano se diferencian, Tony Montana quiere más y más, y acaba convirtiéndose en todo un rey del crimen al más puro estilo el Pingüino, Máscara Negra, Dos Caras o el malo de turno de la serie de Batman en ese momento.
La película mola, ya que nos basamos en uno de los principios fundamentales del cine, y es que si en una película aparece un actor de entre Will Smith, Bruce Willis, The Rock o Al Pacino, la película tiene que molar, como mínimo, un pegote. Por tanto, El Precio del Poder, protagonizada por Alfredo Pacino en el papel de Tony Montana, mola. Ahora bien, ya podría molar un poquito más, porque me he tragado ¡casi tres horacas de película! Alguien debería haberle dicho al señor director, o al guionista, o a quien correspondiese, que eso de hacer películas tan largas no está bonito. Que te pones a comer palomitas, y te tienes que trincar seis paquetes de estos que venden en Mercadona de palomitas con mantequilla, y acabas tan gordasco que no entras por la puerta.
Al margen de eso, yo me he dado cuenta de una cosa, y es que José Mourinho se parece a Tony Montana, que son gente con las ideas claras, capaces de obtener todo lo que se les ponga por delante, y tienen a un protegido guaperas de su país al cargo. El guaperas es Manny Ribera, que es el Cristiano Ronaldo de Tony Montana, y que es el típico latin lover de los años ochenta, pero que es un poco cortico (seguro que si fuese en la actualidad, le gusta alguna mierda como Fringe o Gran Hermano). Tanta es la ambición que tiene el bueno de Tony, que le acaba robando la novia a John Dere, que no es otra que Catwoman, ¡Michelle Pfeiffer! Uno ve a esta señora tan guapísima en películas de los años ochenta y se pregunta por qué a las actrices de la actualidad las tienen que pasar por veinte filtros, ¿ya no quedan guapas en Hollywood? ¿No las aceptan en la Cienciología? ¿Son reptilianas? No me extrañaría.
El caso es que la película sería una de las que más me hubiese gustado, si no durase tanto. Le sobra una hora de duración, porque somarrean un poco de más, dando vueltecillas. Se nota que en 1983 no había móviles, ni Internet en los móviles, porque yo voy a ver eso al cine, y me tengo que poner a entretenerme un rato con el Twitter, porque vaya tostón el tener que estar ahí casi tres horas nada más que viendo las aventuras de Alfredo Pacino. Y eso que las escenas de tiros están bien, pero se nota que está pasada por la máquina de censura para que la puedan ver los niños pequeños.
Conclusión, recomendable si no tenéis nada que hacer en toda la tarde, o si la veis en dos partes, como me pasó a mí.
♠
No hay comentarios:
Publicar un comentario