El caso es que El Cuervo es una película que tiene una fama grandísima, y solamente se me ocurren dos razones para ello. La primera es que la estética que tiene es a medio camino enter gotiquilla y rockerilla, con lo cual, le suele gustar a la gente del underground, aquellos que iban de alternativos por la vida hasta que la ola de estupidez de los indies se apoderó del mundo como si de una epidemia de gafapastas modernitos se tratara. La segunda, porque está protagonizada por el hijo de Bruce Lee, Brandon Lee el Marca todas las mañanas, el cual murió durante el rodaje de esta película por una supuesta equivocación al dispararle con una bala de las de verdad en vez de con las de fogueo que debían tener las pistolas del set.
Tengo que reconocer que tenía mis dudas con respecto a esta película, porque normalmente, la fama que suelen tener estas cosas supera a la obra en sí, y me acaba pareciendo una cinta más del montón de VHS que se alquilaron a mansalva allá por los mediados de los noventa. Ahora bien, me ha sorprendido gratamente, y solo puedo dar las gracias a Chuck Norris, auténtica deidad del cine, por el hecho de que el cansino y sobrevalorado de Tim Burton no fuese el director, sino que fuera un tal Alex Proyas (al que le gustan mucho las ¿eh?).
El argumento es de lo más simple que os podáis imaginar, ya que va sobre una banda de malos malísimos que se cargan a un rockero y a su novia (previa violación, para que sea más dramática y brutal su muerte) en la noche antes de Halloween. Como en la tradición yanqui todo lo que ocurre en torno al 31 de octubre, este es un detalle imprescindible, ya que justo un año después de que ocurriera eso, el rockero asesinado es resucitado por un cuervo, el cual también le otorga unas capacidades sobrehumanas que le valdrían para ocupar un puesto importante en La Liga de los Hombres Extraordinarios, y va a matar, uno a uno, a todos aquellos que estuvieron implicados en su muerte y en la de su amada.
Como no podía ser de otro modo, los malos están pasadísimos de rosca hasta tal punto de que el final boss, un tío con pelazo, está degenerado hasta el punto de dar rienda suelta a sus placeres sexuales que incluyen trincarse a su hermanastra, así como acabar matando a las furcier que se meten en la cama ambos para darle vidilla a su relación. También, este jefazo es capaz de dar lo que popularmente se conoce, "buenos bofetones", ya que, si eres un jefe de malotes, tienes que golpearlos de vez en cuando y no demostrar ningún cariño por la vida humana.
Básicamente, la película va de momentos que sobran en los que a los personajes les da pena todo lo que pasa; momentos menos aburridos en los que los malos se cagan en los calzoncillos porque Brandon Lee tiene la fea costumbre de imitar a Batman y dárselas de misterioso apareciendo y desapareciendo como le va viniendo en gana; y las partes que molan, que es cuando el Cuervo se dedica a matar a los malos, y liarse a tiros con todo lo que se mueve. ¿Y por qué en todas las películas se empeñan en meter niñas cansinas? ¿A quién le interesa ver si a una niña le da pena, o no, que mataran a sus amigos? Que el Cuervo se dedique a matar gente y a la siempre agradable venganza, y que se dejen de tonterías.
No ha estado tan mal como yo me lo espeaba, pero tampoco es nada del otro mundo.
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