Penúltima película de esta Gran Saga Extraña que tantos quebraderos de cabeza me ha dado a lo largo de estas 20 semanas. Y digo eso porque la película que me recomendó Entiwoman (del blog Las Entidades' Universe), es una de esas pasteladas horrendas e incómodas que popularmente se conocen como "musicales".
Pero no es que yo crea que un musical, por definición, sea algo de lo que haya que huir sin remisión. En realidad, a mí los musicales en el teatro no me disgustan, e incluso hay algunos que sí que me apetecen, pero de ahí a ver una bacalá infame como El Fantasma de la Ópera, que va de gente de época cantando en una película, es que es para mear y no echar gota.
Vale que en las películas de Disney haya canciones. Ahí, por lo menos, hay un pase, porque si la película tiene canciones carismáticas como la de Aladdín, Los Aristogatos o El Libro de la Selva, pues se puede entender. Tienes unas cancioncillas, y al final acabas canturreteándolas tú también (y si eres un poco nenaza, pues luego juegas al Singstar Disney, y lo petas). Pero hay otras, como esta misma, que no hay por donde cogerla. Y eso que intenté llevar a cabo "la estrategia Simpsons", un arte televisivo que llevo practicando desde que tengo memoria, y que es una costumbre asentada en todo telespectador de Antena 3 desde que la serie de los monigotes amarillos se emite en esta cadena: dejar de hacer caso inmediatamente en el momento en el que algún personaje se ponga a cantar.
Esto me ha generado un gran problema, ya que supondría estar dos horas (¡dos horacas!) con una banda sonora de fondo de moñas. Y eso sí que no se puede consentir. Así que decidí tomar la determinación de ir saltando las canciones, para ver las pocas partes en las que los personajes hablan, para enterarme de la historia, y ha sido un ardua labor. Ver que adultos sin tarita mental se ponen a cantar así porque sí, sin más explicación de que es un musical, y en vez de decir las cosas como las personas normales, hacen una canción, me da una vergüenza ajena impresionante. Vamos, que la protagonista de turno está con disgusto, y se pone a cantar. Un buen sopapo le daba yo para espabilarla a la jodía.
Y si al menos me dijeras que la historia es entretenida, pues concedería que se puede intentar ver, pero es que la historia es un rollo patatero de esos que acaban dándote ganas de ir a buscar al listo que decidió adaptar el musical al cine, y matarlo a pellizquicos. ¡Es una pastelada de porporciones épicas! Vamos, que si no eres una chica de entre 15 y 35 años, y aún te gustan los dramas de "ay, cuánto te quiero", y horrores de ese estilo, te va a parecer bazofia. O, como diría uno que yo me sé: mierda de rinoceronte.
El Fantasma de la Ópera quiere que se sea justo con él, porque es un pobrecico, pero Emmy Rossum es una tía de sentimiento fácil, y de por medio se mete su noviete, luchan, hacen el paripé, se pasan 2 horas cantando, y ya está.
1 comentario:
Hanno detto che la rete era falso, ho riso,louis vuitton wallets
come se la realtà è davvero la stessa
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